Los retos lectores a los que quisiera dar respuesta
a lo largo del curso son principalmente el de contribuir a crear una verdadera
cultura lectora en mi centro, creando entre todos una sensación de impulso y
entusiasmo por la lectura. El hecho de compartir ideas con los compañeros de
este curso, aunque no hemos hecho más que empezar, ha confirmado mi sensación
de que estamos presenciando una verdadera crisis en el ámbito de la atención y la
concentración y por lo tanto de la lectura y la cultura en general. No me gusta
ser alarmista, pero lo considero alarmante.
Pero la función de una alarma no es otra que llamar
nuestra atención, señalando un problema, para que actuemos con urgencia.
El verdadero reto que se nos
plantea como docentes es el de plantear cómo vamos a llevar a cabo nuestros
planes de hacer que nuestros alumnos sean buenos lectores. No se trata de
luchar contra el tsunami de las nuevas tecnologías, ni de rechazarlas, sino que
hay que intentar hacerles ver a nuestros alumnos que una buena competencia
lectora les va a servir en todos los ámbitos en los que se van a mover,
incluidas las redes sociales y otros espacios virtuales.
A grandes rasgos, nuestra
actuación en esta situación de emergencia sería la de equipar a nuestros alumnos
con las herramientas necesarias para que quieran y sean capaces de comprender todo
tipo de textos escritos (adecuados a su nivel), sabiendo en cada caso qué tipo
de texto están leyendo y para qué se escribió.
Pero ¿cómo se hace? ¡Me encantaría
terminar este curso con un montón de ideas nuevas!
La motivación es clave. Sin ella,
no se produce el verdadero aprendizaje. Pero tenemos que aprender cómo
motivarlos para que les apetezca leer y comprender textos de una cierta
extensión y de contenido de calidad; que este tipo de lectura, sea sobre el
tema y en el soporte que sea, les pueda atraer más, al menos en determinados
momentos, que chatear. Ya no valen las metodologías convencionales; en estos
momentos el atractivo de las pantallas se está llevando a nuestros alumnos y
tenemos que ganárnoslos como nunca. Sin embargo, tampoco creo que tengamos
porqué estar a lo último en cuanto a presentaciones novedosísimas con mil
efectos, ni agotarnos en un intento de divertirlos constantemente; es más, creo
que esto es un error. Por supuesto que sí que tenemos que acercarnos a ellos
vía las TIC, aunque solo sea para comprender su mundo, pero al mismo tiempo
tengo la sensación de que, en otros momentos, hay que volver a los orígenes y
ralentizar, creando tiempo para la ‘escucha’ (también de la palabra escrita) y
la reflexión.
Es imprescindible
encontrar tiempo para leer juntos y crear y enseñar a nuestros alumnos a
crear espacios físicos y mentales de sosiego. Se me ocurre como ejemplo
una simple actividad, que les suele gustar: que cierren los ojos e intenten
calmar la mente durante un minuto. ¡Primer reto! ¿Serán capaces de hacerlo?
Suponiendo que sí (aunque en grupos grandes difícilmente funcionará), se les
lee o se pone el audio de una descripción muy efectiva de un paisaje, un
personaje o una situación y se les dice que intenten visualizar lo que se está
describiendo. Luego se les puede pedir que intenten plasmar lo que han oído en
un dibujo o hablar o escribir sobre lo que han sentido. Ciertamente, esto no
nada nuevo, pero hoy en día a los alumnos puede parecerlo.
Hablamos de espacios lectores y
está muy bien promover la creación de nuevos espacios pero, si no me equivoco,
en todos los centros tenemos un espacio lector ideal: la biblioteca. Sin
embargo, a menudo no está bien aprovechada y debemos ampliar, mejorar y
dinamizar su uso como espacio, no solo de lectura y estudio, sino también de
reflexión y creatividad y actividades varias, para que se convierta en un
espacio atractivo y vital, en el que apetezca estar.
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